lunes, 8 de octubre de 2012

Ascension a 6 tresmiles de la cresta Perdiguero - Lliterola



Tras ascender los 7 tresmiles del Altiplano del Perdido hace 10 días y La Munia, la Pequeña Munia y Sierra Morena a principios de Septiembre decido lanzarme el 5 de Octubre de 2012 a por el siguiente reto, esta vez en solitario, aunque mi soledad nada tiene que ver con la convicción, la realidad es que no me queda otra, mi habitual compañero de fatigas opta por realizar en compañía de otros bikers un reto sin precedentes de Cicloalpinismo: Puerto Viejo - Pico Puerto Viejo - Barrosa, demasiado porteo, prefiero la bicicleta clasica con el ciclista encima de la bici y no a la inversa. Mi intención es mucho mas mundana, subir al Perdiguero y tratar de completar los 6 tresmiles de esa zona en una jornada de montaña que promete ser tremendamente dura en lo físico y en apariencia no tan complicada en lo técnico, aunque en la montaña las cosas nunca son como parecen sobre todo después de que la semana pasada cayeran las primeras nieves en los Pirineos, de hecho ni siquiera había contabilizado bien el numero de tresmiles pues de haber logrado completar mi objetivo hubieran sido 7 en lugar de 6.


Suena el despertador a las 6:00, desde Ainsa algo más de una hora de coche hasta situarme enfrente de los Baños de Benasque a las 7:30, a las 7:45 comienzo la ruta, 1620 metros de altitud, los crampones en la mochila por si son necesarios, algunos planos y el (para mí) imprescindible GPS como guía. La primera hora de ruta es ideal, un sendero perfectamente señalizado dentro del Parque Natural Posets Maladeta donde puede avanzarse a buen paso y se va ganando altura con facilidad, en mi mente imagino, más bien deseo, que el resto de la ruta sea del mismo estilo, nada más alejado de la realidad.


Tras salvar los primeros desniveles por bosque y alcanzar los 2000 metros de altitud se adivinan al fondo dos grandes picos, el Perdiguet en primer plano y el Perdiguero al fondo, el camino comienza a llanear o subir ligeramente hasta cruzar el barranco de Lliterola, la verdad es que en ninguna cima de aprecia ni pizca de nieve y decido dejar los crampones para disminuir peso, en una decisión que al final del día será como poco discutible, el barranco se cruza a 2200 metros de altitud tras recorrerse más de 3,5 kilómetros en lo que, hasta aquí, bien podría considerarse un paseo por el monte.

El sendero se empina y se hace abrupto, incluso tengo que poner las manos antes de llegar al Ibonet de Lliterola que se sitúa a los pies del aparentemente inaccesible Perdiguet, el terreno sufre una transformación literal y llego a la bifurcación clave del día, a la izquierda el Perdiguero y a la derecha el Collado inferior de Lliterola, todavía no tengo muy claro porque lado comenzar, finalmente elijo (acertadamente) asegurar la ascensión al Perdiguero porque además comienzo ya a sentir cierta fatiga.


A continuación todo son dificultades, la senda se empina una barbaridad y el terreno se vuelve abrupto, a ratos se circula por pedrera, otros por zonas escalonadas y los mas por grandes laderas de piedras como microondas o lavadoras, la subida pasa de ser dura a penosa, se adivina la cercanía del Hito Este del Perdiguero, primer tresmil del día, pero los 1500 metros de ascensión acumulada se notan, las fuerzas comienzan a flaquear y los tiempos no acaban de cuadrarme con mis previsiones, son las 11:35 cuando corono el primer tresmil del día, apenas un pequeño montículo a los pies del imponente pico principal, el Perdiguero, toda la subida hasta aquí ha sido por cara Sur y no se vislumbra casi nada de nieve en el horizonte, poco menos que me felicito por dejar los crampones abajo... craso error.


Aunque ya ando cansado no tengo intención de abdicar tan pronto del plan inicial, para buscar el segundo tresmil del día, el Hito Oeste del Perdiguero, decido bordear el pico principal por la izquierda, de esta guisa evito unos 30 o 40 metros de ascenso y subo a lomos de la cresta principal en pocos minutos, es la que me llevará a completar el resto de tresmiles. Llegados a este punto compruebo con desazón que si hay nieve, quizá no la suficiente para haberse puesto los crampones en esta zona, porque además el tipo de piedra (del tamaño de balones de balonmano) no facilitaría el avance con ellos puestos, pero si la necesaria para plantearme dificultades, además algunas rocas sin nieve están heladas convirtiéndolas en un peligro; por suerte la cresta no es en afilada por el lado Norte lo que me obliga en ocasiones a lidiar con la nieve y en otras a andar por la cresta cuando no hubiera sido necesario hacerlo 10 días antes, además trato de evitarlo pues el viento del Suroeste es fuerte y un par de metros por debajo en el lado norte estoy totalmente protegido; con precaución pero sin excesivos problemas alcanzo el Hito Oeste del Perdiguero, un tresmil más interesante que el anterior aunque con perspectiva no muy diferente a las del Perdiguero, supongo que cumple la regla de 10 metros de prominencia pero no andará muy sobrado. Es mediodía, primera parada de 15 minutos para comer y reponer fuerzas.


Vuelvo sobre mis pasos ya con mayor confianza tras ir habituándome al medio y enfilo por amplia cresta donde apenas se ponen las manos hacia el punto más alto del día, el Perdiguero con sus 3.221 metros, cuya cumbre logro 15 minutos después de abandonar el hito Oeste, bonitas vistas en todas direcciones, el Lago Portillón al Norte con un espectacular chorro de agua que aparece de la nada en medio de una pared rocosa, al Oeste vista inmensa en un día de gran visibilidad, con el Posets y sus glaciares en primer plano y al fondo incluso creo divisar el macizo de Monte Perdido, al Este los Crabioules, la Aguja Jean Garnier, la Tusse de Remuñe y otros tresmiles de la continuidad de la cresta orientada ya al Sureste. Desde el Hito Este una hora hasta aquí incluidas paradas recorriendo exactamente 1 kilometro.

Desde la cima veo que el resto de la excursión va a ser algo más compleja, la bajada del Perdiguero al Collado superior de Lliterola se realiza por la cara Norte del Perdiguero según el GPS, los mojones y el sentido común, la cresta parece inaccesible y por la cara Sur compruebo que no hay paso, la nieve aquí es más abundante aunque la pendiente rondara los 45º hay que ir con mucho cuidado, aquí me hubieran venido bien los crampones aunque no existe riesgo fuerte de despeñarse una caída no parece recomendable. Asiento bien cada paso, utilizo las manos en todo momento para ir agarrándome cuando voy pisando nieve o roca pues esta es todavía peor, muy resbaladiza y con una casi imperceptible capa de hielo. Lenta, penosa y descorazonadoramente voy descendiendo, casi media hora para bajar 160 metros de desnivel hasta el Collado superior de Lliterola donde la situación mejora a simple vista.


Subir a la Tuca de Lliterola desde el Collado es un paseo de 10 minutos, a las 13:35 corono este 4º tresmil que en ese momento no sé si es un pico o no y comienzo a dudar de mi cuenta inicial de 6 tresmiles en total, después comprobaré que hubieran sido 7 de llegar hasta la aguja de Lliterola. Desde aquí se aprecia la subida al Pico Royo, inconfundible por el bonito color rojizo, bajar al siguiente collado debe hacerse de nuevo con precaución pues una vez mas solo hay paso por el Norte. Desde aquí la vista al Sur es imponente, el Ibón Blanco de Lliterola paradójicamente tiene una tonalidad azul intenso preciosa, mas tarde deberé bordearlo por su costado derecho.

A las 13:50 corono la redondeada cima del Pico Royo y compruebo que ir a la siguiente cota no será sencillo, la cresta inaccesible y los mojones que indican el itinerario correcto están una vez más por la cara Norte, sin nieve y hielo hubiera sido un paseo pero aquí hay mas nieve y más pendiente que antes al estar en una zona muy umbría, lo veo excesivamente peligroso y lo descarto de plano, pero no quiero abortar, al menos no todavía, así que busco paso por la cara Sur, al principio parece existir pero tengo que dar media vuelta, la única opción es bajar hacia el Ibón y ver si algunas decenas de metros más abajo existe vía de subida.

Tras descender 50 metros en diagonal me sitúo en la perpendicular de la que será ultima y más complicada cima del día, la Punta de Lliterola, desde ahí considero que trepando sin excesiva dificultad podré hollar la cima, en poco más de 10 minutos de encadenar una trepada tras otra, trabajando en todo momento con manos y pies y disfrutando de lo lindo (porque no decirlo) logro un muy merecido 6º tresmil, si los 2 primeros casi habían sido un regalo este me lo he ganado con creces, lamentablemente he perdido mucho tiempo, ya son las 14:25 y me propongo echar un vistazo hacia la aguja de Lliterola.

La cresta de nuevo complicada y mucho mas afilada que antes, la cara Norte descartada de plano por estar muy resbaladiza por la nieve y hielo y esta vez no existe la posibilidad de bajar un tramo y subir posteriormente, el acceso a la Aguja por el Sur es una pared de escalada, si fuera mejor de tiempo y de fuerzas podría haber bajado unos 150 metros y volverlos a subir por el Collado inferior de Lliterola donde por cierto hace pocos días rescataron a un montañero con un esguince, no queda otra que dar por concluida la serie de tresmiles y comenzar la bajada.


No tengo demasiado claro que pueda bajarse desde aquí directamente, en el mapa de Alpina no marca sendero y el más cercano al que puedo llegar se sitúa en el Collado superior de Lliterola, desde arriba parece factible que algún paso pueda haber para llegar al Ibón Blanco aunque no puede observarse todo el descenso. La bajada es dura para las rodillas y de las que precisan poner toda nuestra atención, piedra suelta, buena pendiente, y necesidad de ir buscando la vía correcta en todo momento. Cada pocos minutos voy comprobando por donde seguir bajando y tras otear en todas las direcciones (y dudar en un par de ocasiones) afortunadamente elijo la mejor vía hasta el Ibón enlazando con el descenso que viene del Collado inferior de Lliterola, una hora para descender 400 metros solo es el preludio de la peor bajada que me ha tocado sufrir, mil gracias Kiko por haberme recomendado las cintas rotulianas para proteger mis rodillas, será lo único que no me dolerá al finalizar la excursión.

Llegar a orillas del Ibón Blanco supone vivir uno de esos momentos mágicos del que disfruta todo alpinista ocasional un limitado número de veces, intenso, grandioso y quizá solo comparable en cierta medida a los Gorgos de Lalarri (o Ibón de la Munia) en primavera tiene que ser todo un espectáculo de colores; para mi pesar rodearlo no tiene nada de divertido, es la penitencia por disfrutar de su belleza, no existe sendero mas allá de cuatro mojones aislados en un mar de piedras, muchas de ellas como lavadoras, que hay que superar poniendo toda la atención en no pisar de mala manera alguna de las miles que se mueven al apoyar nuestro peso, 20 minutos para recorrer medio kilometro sin bajar un solo metro, más bien al contrario, y presentarme 250 metros por encima del Ibonet de Lliterola, a partir de aquí, aunque parezca complica, el descenso empeora. Varias destrepadas (todas sencillas y sin patio) mares de piedras, incomodas pedreras de bolos para llegar al Ibonet donde se separaron los caminos en el ascenso.


La ultima parte ya es conocida y cómoda pero la fatiga y las rozaduras convierten el descenso en algo tedioso, lo mejor disfrutar durante esta ultima parte de una vista algo lejana pero nítida y privilegiada, del Macizo de la Maladeta con el Aneto, pico más alto de los Pirineos, supongo que habrá que visitarlo en el futuro...

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